El otro día quedé con ganas de escribir sobre esto... ahí va...Siempre me ha gustado llegar a un lugar, a un lugar al que deseo ir (claro!), contar los minutos que faltan por llegar, pensar en las caras que pondrán al verme, en los días siguientes, etc... pero por ningún motivo me gusta regresar, sobretodo cuando regresamos en domingo, lo detesto... y no es porque no me guste mi casa ni quiera volver a dormir en mi cama, es que la sensación de estar fuera de aquí es muy gratificante porque siempre la tomo como si fueran vacaciones (aunque sólo sea un par de días)... No es ninguna novedad que me encanta ir a Linares, aunque cada vez que vuelvo hay algo distinto que no siempre es bueno, pero a pesar de todo, me produce gozo estar ahi... cuando era chica lloraba al irme (lloraba todo el camino, las 4 horas de viaje... en ese tiempo) y sólo deseaba vivir en Linares, decía que cuando grande iba a ir a estudiar a la Universidad de Linares (que en ese tiempo no existían)... ahora que soy 'grande' (se supone) hay otras cosas interesantes que me atan a Conce (siempre me molestaron que desde que me puse a pololear, ya no lloré más en el regreso) y asumí que mi realidad era esa: mi familia allá y yo acá, que por más que llorara mi papá no iba a dejar su trabajo, nosotras nuestros estudios y no ibamos a mandarnos a cambiar a Linares... lo que ellos nunca entendieron, porque no lo vivieron, fue que el hecho de tener a la familia lejos era una debilidad para nosotras y un vacio, sobretodo para mi mamá que está sola acá... Bueno, las cosas han cambiado desde entonces y la familia poco a poco se ha ido descascarando, pero el viaje de regreso sigue siendo un sentimiento muy molesto en mi corazón, sobretodo ahora que veo que la persona que llora ya no soy yo...
